Gloria y tragedia en Florencia: El torneo de primavera y la conjura de los Pazzi (I)

La Italia del s. XV fue, sin duda alguna, uno de los períodos más combulsos e interesantes de la Edad Moderna. En un escenario político fragmentado entre ciudades-Estado, reinos y ducados, la Florencia de Lorenzo el Magnífico sobresalía y ensombrecía a sus principales competidores, como Nápoles o el propio papado. Sin embargo, en el Quattrocento, el recelo era la ley: la sangre estaba a punto de correr en la ciudad del Fiore...




Poco después de ingresar en la corte de los Medici, Poliziano asistió a una de las épocas más gloriosas para la ciudad y sus protectores. Tras el reinado del abuelo de Lorenzo, Cosimo, Florencia estaba en su cénit cultural, como así lo plasmaba su floreciente elenco cortesano (Verrochio, Pollaiuolo, Lippi, Botticelli, Picco de la Mirandola...) y los imponentes trabajos de sus artistas; pero, además, gozaba de una posición política muy aventajada

Allá por enero, la alianza con dos de sus vecinos problemáticos, Milán y Venecia, fue la excusa perfecta para organizar un espectáculo como pocos otros para la época: un torneo medieval. Y es que aún entrado ya el s. XV, los torneos medievales seguían cosechando la simpatía del pueblo y de las élites, que veían una perfecta ocasión para mantener a la ciudad entretenida y distraída de otros asuntos más delicados. Al fin y al cabo, el puente entre la Edad Media y el Renacimiento nunca temrinó de romperse de forma radical, sino que los cambios y las continuidades se fundían en la Italia del Cuatrocientos, como las justas medievales.

El torneo, disputado el diecinueve de enero de 1475, fue todo un acontecimiento en la ciudad, recogido en crónicas y escritos como el de Poliziano. Aquel día, Julián de Medici, hermano de Lorenzo, acudió vestido como caballero, portando una vestimenta renacentista diseñada por Verrochio y un estandarte pensado por Botticelli, con los que deslumbró a quienes tuvieron la ocasión de ver su (muy posiblemente amañada) gran victoria. Juliano, todo un caballero a la italiana, gozaba de una simpatía entre el pueblo, que murmureaba constantemente su relación legendaria con la musa de todas las musas: la bella Simonetta Vespucci. Modelo de Botticelli y otros artistas, Simonetta se había ganado la fama de ser la mujer más bella de toda Italia.

Como acabamos de comentar, el acontecimiento fue una ocasión perfecta para que Poliziano deslumbrara con sus escritos; en realidad, el torneo no había sido para tanto, pero desde luego los poetas fiorentinos se morían de ganas por acontecimientos con los que dar rienda suelta a su literatura. Así pues, nuestro poeta empezó a redactar una de sus obras cumbre: Stanze per la Giostra o Estancias para el Torneo, una alabanza épica a Julián de Medici. Sin embargo, las circustancias del destino impidieron que terminara su obra...

¿Por qué Poliziano dejó de escribir? ¿Qué crees que sucederá? ¡Sigue la trama en la siguiente publicación!


Bibliografía
- Poliziano, A. (1984). Estancias, Orfeo y otros escritos. Madrid, España: Editorial Cátedra.
- Burckhard, J. (2004). La cultura del Renacimiento en Italia. Madrid, España: Editorial Akal.
- Denys Hay (dir.) (1969). La época del Renacimiento. Madrid, España: Editorial Labor.

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